Pese a que Ana María nace en el seno de una familia
burguesa, durante sus estancias en Mansilla de la Sierra, pueblo materno,
conoce la otra cara del mundo: la pobreza. Además, la Guerra Civil impacta
profundamente en ella, haciéndola consciente de la crudeza de la vida. Al
sentirse impotente decide plasmar en el papel todo lo que le ronda por la
cabeza. Entra de lleno en la literatura denunciando desde muy niña las
desigualdades y la falta de empatía, criticando especialmente el mundo de los
adultos. En sus Cuentos de infancia
(2000) vemos a esa Ana María de niña que comienza a dar sus primeros pasos en
el mundo de la escritura.

Sean jóvenes o adultos, tiende a crear protagonistas
femeninas. Aunque ella haya afirmado en alguna entrevista que no considera el
género un factor determinante, suele conceder mayor voz a sus personajes
femeninos ya que se siente más cómoda y los entiende mejor. En sus novelas y
relatos denuncia los roles que la mujer ha tenido que desempeñar
tradicionalmente, así como las exigencias impuestas de la sociedad patriarcal. Como
ya comentamos en alguna entrada, un claro ejemplo lo encarna Matia,
protagonista de Primera Memoria
(1959). Otros libros protagonizados por mujeres o niñas son: Paulina, el mundo y las estrellas
(1960), Paraíso inhabitado (2008), Sólo un pie descalzo (1983), etc.
Ana María nunca se ha considerado feminista como tal,
no porque no defienda la igualdad de mujeres y hombres, sino porque no le
gustan las etiquetas. Tenemos que comprender que el término “feminismo” no
estaba en boga en esa época. Además, el feminismo siempre ha dado bastante
miedo al patriarcado, que ha intentado por todos los medios desvalorizarlo y
minimizar sus consecuencias al máximo. Por ello, muchas mujeres evitan esa
palabra, pese a que identifique un pensamiento común a todas. De todos modos,
nuestra autora es una férrea defensora de la liberación de la mujer, así como
de la igualdad de género. En ciertas entrevistas ha dejado muy claro su punto
de vista, del cual podemos profundizar en sus libros. Una denuncia en la que
insiste mucho en sus novelas y cuentos es la lucha contra las imposiciones
sociales que se nos ha obligado a cumplir a las mujeres durante siglos.
La posguerra acentúa el patriarcado resultando muy
difícil ser una mujer libre. Sin embargo, podemos decir que Matute fue una
luchadora y transgresora. Siendo muy joven comienza a escribir en revistas y
publica sus primeras novelas. Estas novelas no podían ver la luz sin el
consentimiento de su padre, primero, o de su marido. Hecho que cabreará a Ana
María profundamente. No obstante, ella sola se hará paso en un mundo dominado
por hombres, escalando hasta la cima y convirtiéndose en una de las mejores
escritoras (y de los escritores) que ha dado nuestro país. Esto lo certifican
premios como el Planeta (1954) –es la primera mujer en ganarlo–, el Nacional de Narrativa (1959) –es la tercera mujer en ganarlo–, el Nadal (1959) o el
Cervantes (2010)–es la tercera
mujer en ganarlo–.
También, Ana María rompe las reglas en el terreno
personal: siendo una niña estaba en contra de los valores burgueses en los que
se le educaba, no se sentía parte de ese mundo. Más adelante, decide casarse
con un hombre con el que pronto será infeliz. Por ello, pone punto final a la
relación divorciándose, algo poco común en la época. Por su decisión será
criticada por sus propios colegas de profesión, pero no le importará. Comienza
una nueva vida, en sus inicios difícil, ya que es a su marido al que le
conceden la custodia de su hijo, Juan Pablo. Ana María tendrá que recurrir a
los tribunales en una ardua lucha que durará tres años, cuando por fin podrá
tenerlo a su lado. Pese a todo lo vivido, le da otra oportunidad al amor y
comienza a salir con Julio Brocard, con quien sí conocerá la felicidad.

Ana María se ha convertido en una de las grandes
escritoras de la posguerra, no solo por su destreza narrativa, sino también por
la maestría con la que interpreta y describe las emociones, utilizándolas a su
antojo en los momentos precisos. La soledad y el desarraigo se convierten en
sus aliados, y los transmite al lector como algo puro, como solo alguien que
los ha vivido puede hacer.
Pocas palabras más quedan por decir de esta magnífica
escritora que cuanto más la lees, más te enamora. Merece la pena conocer a
alguien tan fiel a sí mismo, que conserva lo mejor y más efímero de la vida: la
niñez.
«Después
de preguntarme ¿quién ha inventado mi vida? Decidí inventármela yo, y enseguida
empecé a escribir. Y a descubrir que la soledad podía ser verdaderamente algo
hermoso. Creo que todavía hoy, a veces, puedo ver la luz de la oscuridad. Eso
es lo que hago cuando escribo» .
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
GAZARIAN-GAUTIER,
M.L. (1997): Ana María Matute: la voz del
silencio. Madrid. Espasa Calpe.
MATUTE,
A.M. (2000): Los niños tontos. Valencia. Media Vaca.
RTVE
(2013): Imprescindibles- Ana María Matute, “La niña de los cabellos blancos” http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-ana-maria-matute-nina-cabellos-blancos/1639343/
[Consulta 15 de mayo de 2018].