Gracias a este proyecto he podido conocer a Elena Soriano,
una autora de la que no tenía noticia, puesto que no la había visto mencionada
en ningún manual de autores de literatura del siglo XX.
Asimismo, me ha resultado complicado encontrar
libros que hablasen sobre su vida y obra, ya que los testimonios son muy
escasos y, por consiguiente, solo había unos pocos ejemplares a modo simbólico en
grandes bibliotecas.
He podido observar que, efectivamente, en lo que a
la novela se refiere, la autora no pudo tener éxito en su época, puesto que
todos los datos que he recopilado sobre ella los he obtenido a través de
artículos más bien actuales o libros que ponen de manifiesto la importancia de
su obra a posteriori.
Es abrumador el poder que puede tener la censura,
hasta el punto de anular a una persona y sepultar su carrera, de forma que ni
siquiera aparezca su nombre en las antologías, a pesar de haber llegado a
dirigir una revista.
El único sentido que se puede encontrar a que la
censura no la callase para siempre es el hecho de que Elena era una persona que
amaba la escritura y lo demuestra ya desde su infancia, cuando empieza a
escribir con diez años. En mi opinión, el amor de la autora por la escritura
radica en que encontraba en ella un modo de poder expresar y dejar fluir sus
opiniones en una sociedad que tenía sus reglas firmemente marcadas.
Escribir
era su manera de quejarse y denunciar la posición que dejaba para las mujeres
esta sociedad y los dictados a los que las sometía. Estos dictados a veces eran
casi imperceptibles, estaban tan integrados en el modo de vida de las mujeres
que a veces podían incluso confundirlos con sus propios deseos, como a ella
misma le sucedió con el caso de la maternidad.
Su propia vida es una evidencia de la denostada
figura de la intelectual femenina y desde el momento en que siente que la
maternidad le corta las alas, impidiéndole realizarse como escritora, porque,
al contrario de lo que le dictaba la sociedad, ella era mucho más que una
madre, quería compaginar ser madre e intelectual, lo cual no se contemplaba en
su época.
Esta realidad se ve también plasmada en su obra,
encontrando un claro ejemplo en La playa
de los locos cuando la protagonista, una mujer con estudios universitarios,
finge ante su amado que no posee tantos conocimientos, pues no estaba bien
visto que ella fuera más inteligente que él y tenía miedo a ser rechazada.
Considero que es una labor muy importante mostrar
estas evidencias sociales de la posición desfavorable de la mujer y que exista
literatura que las denuncie y que haga reflexionar tanto a las lectoras como a
los lectores sobre ello, para así comenzar a cambiar estas situaciones.
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