sábado, 12 de mayo de 2018

CRÍTICA A LOS BUENOS MODALES Y LA PREPARACIÓN PARA LA VIDA SENTIMENTAL DE LA MUJER EN ELENA QUIROGA



CRÍTICA A LOS BUENOS MODALES Y LA PREPARACIÓN PARA LA VIDA SENTIMENTAL DE LA MUJER

 ELENA QUIROGA

Educación femenina y masculina a través de la narrativa de Elena Quiroga

De Maja Zovko



LOS BUENOS MODALES EN LA MUJER

Unas de las características más importantes en la mujer de posguerra eran la moderación y la modestia. Llega hasta tal punto que había manuales de cómo ser una mujer de bien, por ejemplo, Carmen Werner señala: “también hay que evitar que al andar se balanceen demasiado las caderas. Naturalmente, las piernas deben moverse, pero evitando ese movimiento de balanceos, que tan ordinario resulta” (Casero 2000: 47).
Elena Quiroga en La soledad sonora donde denuncia la opresiva educación femenina. Zovko añade este fragmento de la obra como ejemplo:

Demostrar las propias emociones, sentir el entusiasmo de las ideas, ser vehemente y espontáneo, tampoco era de “buen tono”. Una muchacha que se respeta debía atrincherarse tras un muro de distinguida diferencia, no se deja arrastrar por nada ni por nadie: no hacían concesiones al corazón. […] No se permitían debilidades ni locuras. El exceso de imaginación era una vulgaridad, y dejarse llevar por fantasía y el anhelo de libertad una forma de histerismo. (1949: 21-22)

Mujeres lavando ropa en un río
En Tristura la figura de la tía Concha es la más estricta intentando educar a su sobrina Tadea, por ejemplo: 
“Se anda despacio. Buenos modales […] No se puede andar así exhibiéndose. Pudor. Pudor, pudor” (Quiroga 1984: 23) “No levantes la voz, no somos sordos. Articula, que la abuela no te oye” (23). “Hay que saber callar” (93) “Tápate las rodillas. No cruces las piernas. Las piernas juntas” (23). Además, la relación entre niños y niñas también es algo tabú y está considerado como libertinaje.


PREPARACIÓN PARA LA VIDA SENTIMENTAL FEMENINA: 
PUREZA Y PUDOR

La educación de hombre y mujeres no era la misma, y, por lo tanto, la religión enseñada a niños era distinta de la de las niñas. Había unas virtudes fundamentales para la mujer: la pureza y el pudor. Quiroga en Tristura, Tadea es educada en los valores femeninos en defensa de su pureza. Como es de esperar, los niños tenían otras virtudes. Martín Gaite en Usos amorosos de la postguerra española cuenta que los hombres que llegaban vírgenes al matrimonio eran considerados extraños y con un futuro negativo. Estaba mal visto que los hombres llegaran castos al matrimonio. Era una educación antitética, las mujeres debían ser pasivas y castas, pero los hombres debían ser activos y tener experiencia. 


Zovko añade que había revistas en las que asesoraban a las chicas para buscar a un hombre con experiencia. Propone este ejemplo de la revista Medina en la sección “Consúltame”:

El hombre nunca ha vivido lo bastante antes de casarse…, ni la mujer tiene por qué investigar en lo que no puede ya haber la menor intervención… El hombre —no lo olvides— es siempre, en igualdad de fechas e inscripciones en el Registro Civil, mucho más joven que la mujer. Por eso, para que su espíritu se vaya sedimentando, conviene cogerlos “un poquito cansados”. (Martín Gaite 2003: 101)

En la educación de las mujeres la finalidad de todo era contraer matrimonio en un futuro y ser madre. Incluso, hay revistas como Revista para la mujer (1942) con títulos como este: “El arte de pescar marido”:
La mujer que quiere jugar limpio, sin engaños, sin trucos, pisando el mismo terreno masculino de sinceridad y buena fe es demasiado valiente. Corre el inmenso riesgo de que no la entiendan, de que no la aprecien y de lo que es peor: de aburrir muchísimo. […] Así, pues, nada de desanimarse. No hay que olvidar que todo hombre es conquistable. Basta con desearlo por encima de todas las cosas. Y no importa si el hombre termina por casarse, aunque sólo sea para que le dejen en paz. (Revista para la mujer 1942: s. p.)

La soledad sonora muestra a Teresa, hermana de Elisa, se las ingenia para poder conseguir un marido adinerado gracias a su sabiduría mediante el coqueteo y la indiferencia, es decir, dando muestras de cariño, pero a la vez poniéndolo celoso con otros hombres. Toma el matrimonio como un cálculo, un negocio, que se consigue con una serie de reglas.
En Escribo tu nombre aparece Odón, el niño que lloraba ante la dureza de su padre, ya en su edad adulta. Se convierte en una figura similar a la de su padre, llega a decir que ay dos grupos de mujeres: las mujeres para divertirse y las mujeres para casarse. Mantiene que las mujeres son discapacitadas intelectualmente. Todo esto es la consecuencia de la educación que había recibido desde niño, desde los golpes, amenazas y castigos de su padre.
En la novelística quiroguiana se critica la situación de desigualdad que se vivía hasta hace poco tiempo. Lo consigue especialmente en Tristura y en Escribo tu nombre.

CONCLUSIÓN DEL ESTUDIO
Elena Quiroga critica la educación recibida y sus consecuencias sociales mediante los protagonistas de sus obras. Comienza presentando a los personajes desde la infancia para ver los estragos que acarrean una educación basada en la desigualdad y mostrar en qué se convierten los personajes cuando son adultos. También denuncia la educación subordinada de las mujeres en todos los aspectos, y apela por la independencia femenina, la fuerza y la valentía para cambiar los cánones establecidos. Hace testimonio de lo que ella vivió, con algunas de sus novelas de manera autobiográfica, y se atreve a alzar la voz en contra de una educación sexista y conservadora.




BIBLIOGRAFÍA
Riddel, M. D. C. (1988). La escritura femenina en la postguerra española: análisis de novelas escogidas de Carmen Martín Gaite, Ana María Matute y Elena Quiroga (Doctoral dissertation, The Ohio State University).
Zovko, M. (2011). Educación femenina y masculina a través de la narrativa de Elena Quiroga. Itinerarios: revista de estudios lingüísticos, literarios, históricos y antropológicos, (12), 223-238.


No hay comentarios:

Publicar un comentario