María
de la O Lejárraga, desde muy pequeña, mostraba una gran inteligencia y una
infinita curiosidad que, debido a la situación de la mujer en aquella época,
iba a tener pocas posibilidades para cultivar. En aquellos años, la tasa de
actividad femenina no superaba el 17% y casi todos los trabajos se centraban en
la industria textil, servicio doméstico y trabajos agrícolas. A partir de 1900,
las mujeres comenzaron a entrar en Escuelas Superiores, como le sucedió a María
Lejárraga, pero seguía siendo algo poco común.
Ya en Madrid, Lejárraga pudo asistir a la Escuela de Magisterio, su gran vocación, como escribe
en Una mujer por caminos de España: "…quiero decir que me gusta
apasionadamente aprender y que en cuanto he logrado saber algo, no me deja
vivir tranquila mi deseo de comunicar lo que sé a los que ignoran"
(Vizcarra, 2004: 28). Escribió diferentes artículos y ensayos defendiendo la
educación de la mujer y el derecho al trabajo de las mujeres para poder ser
seres autónomos, como veremos en la siguiente entrada.
Además,
tras ver la nefasta situación en la que se encontraba la enseñanza infantil en
aquella época, María decidió hacer algo al respecto y, tras fracasar en su
proyecto de una Biblioteca Educativa, publica el libro Cuentos breves
en 1899. Tal y como dice en
su prólogo, pretende "marcar un nuevo rumbo a muchos" e "iniciar
una serie de obras de la misma índole” (Lejárraga, 1899, citado en Vizcarra,
2004: 32).
María
vivió su infancia rodeada de cuentos, y por eso dedica a los niños y niñas su
primera obra: "A vosotros, niños de cabellos de oro y carita de rosa, como
los héroes de mis cuentos, dedico estas páginas. […] Mi alma se conmovió
deliciosamente un día con vuestras mismas inocentes alegrías; vuestras mismas
angustias me atormentaron con crueldad: yo fui niño también”. (Lejárraga, 1899,
citado en Vizcarra, 2004: 32).
Cuentos
breves es una colección de 14 relatos breves dedicados a los
niños y niñas con un gran interés didáctico. El fin de la obra era educar a los
niños y las niñas y mostrarles ejemplos de comportamiento que deben imitar o
rechazar. En sus cuentos aparecen virtudes como el heroísmo (Un héroe), la valentía (La inundación), el arrepentimiento (Los abuelos) y la nobleza, como se ve en
La venganza del león. En este cuento,
traducido libremente por Lejárraga, enseña a los niños a no fiarse de las
apariencias y a luchar por sus propósitos: “Por tu nobleza, tu audacia y tu
valor mereces sin duda ser el rey de los animales. Hallo muy justos tus deseos,
adiós; la victoria estará de tu parte puesto que combates por tu familia, tu
honor, la gloria y la libertad” (Lejárraga, 2004: 82). A su vez, muestra ejemplos negativos de
comportamiento que deben ser rechazados, como la envidia que se ve en El geniecillo, un cuento protagonizado
por dioses griegos donde podemos ver el gran conocimiento que tenía María sobre
mitología, así como su religiosidad y devoción católica.
Además,
es relevante el hecho de que sus cuentos están dirigidos tanto a niños como a
niñas, ya que en esa época la educación estaba dividida por sexos. Las demás
colecciones de cuentos del momento estaban dirigidas principalmente a las niñas
para que fueran aprendiendo la labor doméstica que les esperaba. María
Lejárraga, por tanto, era defensora de la coeducación, valores que conoció
gracias a la Institución Libre de Enseñanza.
Los
cuentos podrían encuadrarse en una vertiente realista con cierto modernismo en
las descripciones de los paisajes y los protagonistas, como se ve en Día de reyes: “vio primero a los
espléndidos Reyes Magos en su riqúsimo palacio recorriendo con aire majestuosos
habitaciones de colores, de oro y piedras preciosas” (Lejárraga, 2004: 87). El
palacio donde transcurre el argumento de La
princesa Margarita también tiene descripciones modernistas al estilo de
Rubén Darío, amigo de María y de su marido Gregorio.
Casi
todos los cuentos están protagonizados por niños o niñas que sufren, realidad
que tenía que ver a diario Lejárraga en sus aulas, como se ve en Los desheredados y en La muerte de un niño, cuentos bastante
duros. Otros cuentos están protagonizados por adultos jóvenes o por animales,
como Un viaje a París, donde se narra
la historia de un lobo y un caracol que nos recuerda a la fábula de la liebre y
la tortuga. En este cuento, Lejárraga muestra cómo la inteligencia del caracol
es más importante que la fuerza y la rapidez del lobo ya que, para ganar la
carrera, el caracol se sube a la cola del lobo, consigue llegar antes a París y
así ganarle la apuesta.
La princesa Margarita es
el cuento más largo de todos. Narra la vida de la princesa Margarita, que,
cansada de la vida de palacio llena de lujos donde no tiene libertad, le pide a
su hada madrina, a través de un pájaro, que le saque de ahí. El hada madrina la
traslada a una casa de pueblo, donde tiene que trabajar y hacer diferentes
tareas, pero donde puede ser libre. Este cuento se parece a las películas de
princesas de Disney, pero con alguna diferencia. En este caso, la princesa no
se casa con el apuesto príncipe, sino que elige casarse con un joven trabajador
del pueblo. Lejárraga, con este cuento, está ensalzando la vida sencilla y
trabajadora mientras critica la vida de palacio caracterizada por la riqueza y
las convenciones sociales.
El
cuento que más llama la atención es, sin duda, El suplicio de la muerte. Está protagonizado por la Muerte el día
de Nochebuena. La Muerte quería llevar a cabo su misión, es decir, matar a
alguna persona, pero cada vez que se disponía a matar a alguien sentía pena y
compasión por ella. Como no podía seguir de esa forma, decidió vendarse los
ojos para matar a ciegas. Con este relato, Lejárraga quería dar una explicación
a los niños de por qué se muere la gente buena a la que quieren y no las
personas malvadas: “por eso arrebata la vida al dichoso y deja al desgraciado:
por eso se lleva al niño y abandona al decrépito” (Lejárraga, 2004: 102).
Como
conclusión, podemos decir que Cuentos
breves, al ser una obra de juventud, no tiene la calidad literaria que
adquirió más adelante María Lejárraga, pero se ve su entusiasmo y su afán por
educar a los niños y niñas en unos valores positivos y advertirles de las
maldades que otras personas pueden hacerles. María Lejárraga quería modificar
la realidad que observaba cada día en sus aulas y conseguir que sus estudiantes
se interesaran por la lectura desde muy pequeñas.
Personalmente,
la antología de Cuentos breves me ha
parecido muy interesante sobre todo por cómo se intenta mostrar la dura
realidad de la época a los niños y niñas, pero sin caer en el tremendismo. Os
recomiendo a todos que leáis alguno de los cuentos, sobre todo, Los abuelos, El suplicio de la muerte y Un viaje a París.
Lejárraga
no dejó de interesarse nunca por la educación de los más pequeños y ya en el
exilio en Buenos Aires, en mayo de 1954, publicó Viajes de una gota de agua¸ donde unía dos de sus pasiones: los
niños y el teatro. Este libro de teatro para niños está formado por tres
piezas: Viajes de una gota de agua (formada por dos partes: "El manantial" y "El Río"); Merlín y Viviana o la gata egoísta y el perro atontado, y En busca de una
peluca.
Bibliografía
Lejárraga,
M. d. (2004). Cuentos breves: lecturas recreativas para niños. En I. L.
Vizcarra, María Lejárraga, pedagoga: Cuentos breves y otros textos
(págs. 77-120). Logroño: Instituto de Estudios Riojanos.
Rodrigo, A. (2005). María Lejárraga: una mujer en
la sombra. Barcelona: Algaba.
Vizcarra, I. L. (2004). María Lejárraga, pedagoga:
Cuentos breves y otros textos. Logroño: Instituto de Estudios Riojanos.
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ResponderEliminarRecuerdo haber leído varios de estos cuentos hace unos años y me resultaron muy interesantes. He vuelto a ojear "El suplicio de la muerte", cuento que recomendaste, y me gusta mucho porque trata de una forma bastante simbólica este tema tan escabroso. Me imagino que la mortalidad infantil a principios del siglo XX era bastante alta, por lo que no ocultar este tema a los niños y niñas hace que lo acepten de una forma más fácil y aprenden la realidad desde pequeños, pero sin llegar a asustarlos
ResponderEliminarGracias por leerte mis recomendaciones, Marta.
EliminarA mí este cuento también me ha gustado mucho. La personalización de la muerte como un personaje real es algo que puede ayudar a los niños y niñas a entenderla.
Estoy a favor, como María Lejárraga, de no ocultar la realidad de los niños. Se puede suavizar y hacerles conscientes de lo que está pasando, pero no ocultárselo. Y esto podemos ver en todos los cuentos de María Lejárraga, donde trata muy bien todos estos temas.