Como ya vimos, Carmen
Laforet se centra en el género narrativo, tanto en la novela larga como la
corta. De esta última, encontramos obras como El piano (1952), El viaje
divertido (1954) o Los emplazados (1954).
También escribe relatos breves como “La muerta” (1952) y “Al colegio”, el cual forma parte de la recopilación de cuentos La niña y otros relatos (1970).
También escribe relatos breves como “La muerta” (1952) y “Al colegio”, el cual forma parte de la recopilación de cuentos La niña y otros relatos (1970).
En “Al colegio” se narra,
a través de la perspectiva de una madre, el primer día de colegio de su hija,
mostrándose la unión entre ambas y las emociones de este día especial tanto
para la niña como para la madre. De hecho, parece que este acontecimiento les
une más que nunca:
“Sé perfectamente la importancia de este apretón, sabe que yo estoy con ella y que somos más amigas hoy que otro día cualquiera.” (Freixas, 2013: 35)
En efecto, el lector
advierte la complicidad entre madre e hija mediante un lenguaje emotivo en oraciones como “me es
infinitamente tierno este contacto” o “con el rabillo de los ojos me sonríe”
(Freixas, 2013, 35)
También se muestra el
agotamiento que la madre siente al preparar a su hija, el esfuerzo que tiene
que hacer en vestirla y peinarla:
“Y cuando salimos a la calle, yo, su madre, estoy casi tan cansada como el día en que la puse en el mundo…” (Freixas, 2013: 36)
“Voy andando casi arrastrada por ella, por su increíble energía, por los infinitos “porqués” de su conversación.” (Freixas, 2013: 36)
Se advierte a través del
relato no solo la importancia de la figura materna, sino también de las abuelas,
que ayudan a sus hijas en el cuidado de sus nietas y suponen un modo de descanso
para la madre:
“Doy la dirección de casa de las abuelitas, un lugar concreto donde sé que todos seremos felices: la niña y las abuelas, charlando, y yo, fumando un cigarrillo, solitaria y en paz.” (Freixas, 2013: 36)
Por otra parte,
encontramos un lenguaje afectivo con diminutivos relacionados con la infancia y
la ternura que le provoca su hija:
“Es ella ahora la que inicia una caricia tímida con su manita dentro de la mía; y por primera vez me doy cuenta de que su mano de cuatro años es igual a mi mano de grande.” (Freixas, 2013: 37)
De esta forma, podemos
comprobar que el lenguaje empleado es poético, como se aprecia en las oraciones “el aire
está sucio de niebla”, “viene un aire vivo y empieza a romper la niebla” o “corremos
debajo de una lenta lluvia de color tabaco” (Freixas, 2013: 35)
Este lirismo se refuerza
con la abundancia del uso de puntos suspensivos, que aumenta la intimidad entre
madre e hija.
A su vez, se refleja la sensación
maternal de alejamiento de la hija, que emprende una nueva etapa en su vida:
“Se me ocurren cosas para ella, un montón de cosas que tengo que decirle, ahora que ya es mayor, que ya va al colegio, ahora que ya no la tengo en casa, a mí disposición a todas horas…Se me ocurre pensar que cada día lo que aprenda en esta casa blanca, lo que la vaya separando de mí -trabajo, amigos, ilusiones nuevas-, la irá acercando de tal modo a mi alma, que al final no sabré dónde termina mi espíritu ni dónde empieza el suyo…” (Freixas, 2013: 37)
A lo largo de todo el
relato advertimos esta unión amistosa, pero la última frase del anterior
fragmento supone la culminación del vínculo materno filial.
Este relato podemos
encontrarlo también en la antología de Laura Freixas Madres e hijas (1996), cuyo tema común es la figura materna desde una
perspectiva realista o idealista. Está formada por 14 relatos de escritoras de posguerra y actuales, entre las que encontramos a Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Ana María Moix, Rosa Chacel, Josefina Aldecoa, Esther Tusquets o Almudena Grandes, entre otras.
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Carmen Laforet y sus hijos |
Por lo tanto, aunque en
la mayor parte de las novelas de Carmen Laforet hallemos la ausencia de la
madre de las protagonistas, vemos que también escribe sobre la maternidad. Y es
que la escritora tuvo cinco hijos a los que adoraba. De hecho, puede que este
relato esté inspirado en el primer día de colegio de alguna de sus hijas.
Bibliografía
- FERRETTI, Santa (2013) La narrativa breve de Carmen Laforet (1952-
1954), Universidad de Barcelona, disponible en
http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/50458/1/Sandra_Ferretti_Tesis.pdf
(Consulta 13/04/2018)
- FREIXAS, Laura (2013) Madres e hijas. Barcelona: Anagrama.
- LAGUNA GONZÁLEZ, Mercedes
(1997) “Al colegio” de Carmen Laforet, aproximación
al comentario en Diotima,
disponible en
http://www.realidadyficcion.es/Revista_diotima/laforet/comentario_al_colegio.htm (Consulta 14/05/2018)
No he leído esta obra, pero con los fragmentos tan tiernos que has seleccionado me han entrado ganas de leerla. Carmen Laforet usa un lenguaje muy delicado y dulce para expresar el amor entre madres e hijos. Probablemente se inspire en sus hijos para escribir esta obra, pero también en su madre a la que perdió con apenas 13 años, como has contado en la entrada sobre la biografía de la autora.
ResponderEliminar¡Gracias Elena por acercarme esta obra, me ha emocionado (y solo he leído lo que has publicado)!
La verdad que es un lenguaje muy bonito el que emplea para describir la relación que la madre tiene con su hija. Totalmente de acuerdo contigo, Eva.
EliminarEs un relato breve, y tengo la antología de Laura Freixas en casa, en la que aparece el cuento de Carmen Laforet y de otras escritoras, como ya he indicado. Así que si te interesa, te puedo dejar la obra.
¡Claro! Me encantaría leerlo, déjamelo cuando puedas.
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