lunes, 14 de mayo de 2018


MARÍA TERESA LEÓN Y SU COMPROMISO CON LA CAUSA TEATRAL

El teatro fue uno de los géneros literarios por el que María Teresa León sintió mayor devoción. Desde muy joven tuvo una estrecha relación con el teatro, que quiso convertir en parte de su producción literaria. Entre 1932 y 1934, ella viajó por toda Europa con la idea de ampliar sus conocimientos sobre la dramaturgia. Antes de eso, ya había publicado su opinión sobre las representaciones teatrales, a las que había acudido, en el Diario de Burgos. Además, también participó como actriz de reparto en la obra La muerte de los siete infantes de Lara en 1919, en el Teatro Principal de Burgos. La importancia que tenía para ella el teatro se debía a que, gracias a este, le permitía expresar el compromiso con unas ideas liberales.

Posteriormente, nos encontramos con el primer fruto de su contacto con Europa titulado Huelga en el Puerto, que se publicó en su revista Octubre en 1933. El contexto de la obra se centra en la ciudad sevillana donde, en 1931, se produjo una revuelta aplacada. María Teresa se inspiró en este suceso para crear una obra comprometida con los trabajadores. Además, se percibe el influjo del teatro de tipo político y revolucionario de Erwin Piscator. A través de sensaciones como el hambre, la explotación y el miedo, la autora transmite la realidad del pueblo español. Denuncia, a partir de este marco histórico, la marginación de la mujer, en especial, como se verá en Doña Jimena Díaz de Vivar, gran señora de todos los deberes, a través de la perspectiva de la madre obligada a la soledad.

A partir de ese momento, María Teresa luchará por mostrar un nuevo enfoque, a través del teatro. Cuando regresa a España en 1937, se encuentra con la Guerra Civil española en pleno auge. Como consecuencia de esta, empezó a desarrollar su actividad teatral. Esta, en sí, es muy pequeña, pero tuvo mucho peso en aquella época. En primer lugar, el gobierno le concedió la vicepresidencia del Consejo Central del Teatro en colaboración con Antonio Machado, permitiéndole ser responsable del Teatro de la Zarzuela de Madrid. Desde el principio, ella concibió el teatro como un instrumento de propaganda al servicio de la causa republicana. Su principal interés fue renovar el teatro español a través de prácticas, como la creación de la Escuela de Capacitación Teatral o la de un Boletín de Orientación Teatral.

Además, fue nombrada, posteriormente, directora de las Guerrillas del Teatro del Ejército del Centro. Desde su puesto, y tras la institución de Nueva Escena¸ fue organizando el teatro durante la guerra con la intención de reconstruir el género. En el mismo año, María Teresa dirigió el Teatro de Arte y Propaganda. Ella consiguió estrenar una obra de Federico García Lorca, al que concebían como símbolo contra el fascismo. En su regreso a Rusia, en la revista Octubre, María Teresa escribiría sobre la necesidad de transformación, y de la nueva forma de entender el teatro como un “bien nacional”. La siguiente obra que se representó fue El cerco de Numancia de Rafael Alberti.

La tragedia optimista es una obra del ruso Vsevolod Vishnevsky que adaptará María Teresa el 16 de octubre de 1937. El texto se contextualiza en una época donde las obras soviéticas tenían mucha relevancia en España. No solo fue importante por eso, sino que también destacaron las pinceladas de innovación que introdujo María Teresa, como directora de escena, a través de los juegos de luces. Llegaron a publicarse varios artículos que hablaron de los cambios que se habían percibido en dicha obra y que fueron bien acogidos por el público, sobre todo por la presentación de personajes conscientes de su situación, a través de los que se supera la tragedia. La necesidad del autor por crear un arte dramático novedoso, que se adecuase a la realidad social, es lo que llevó a María Teresa a adaptar la obra.

Hasta el fin de la Guerra Civil, María Teresa sobresalió como iniciadora de la política teatral republicana. Además de colaborar activamente, también escribió algunos artículos sobre el teatro internacional, publicados en el periódico Heraldo de Madrid, en 1933. Especialmente, se interesó por favorecer el “teatro de urgencia”, utilizado siempre con fines educativos. De hecho, en una ocasión, decidió llevar las representaciones teatrales a los frentes.

En 1989, a pesar de que en el exilio decayó su afán por escribir teatro, se publicó su obra La libertad en el tejado. En este texto, María Teresa utiliza varios mitos, procedentes de la literatura griega, donde se observa la mezcla entre la tradición y la innovación. Nos encontramos, por tanto, ante una adaptación, a pesar de las novedades, de la obra Misericordia de Benito Pérez Galdós. La libertad en el tejado fue escrita durante su exilio republicano, entre 1947 y 1948, pero no se publicó hasta varios años después por la revista Encuentros.

En su exilio, ella rememorará aquellos años en los que luchó por la libertad. En su autobiografía, Memoria de la melancolía, hablará de aquella época con felicidad, pero también con nostalgia. María Teresa se presenta, en ese tiempo, como una mujer totalmente entusiasmada con su ideología que estaba resuelta a actuar para reivindicar, no solo con la palabra, sino también con su participación como actriz y su pensamiento, junto con muchos otros. Esa exaltación y esa valentía se verán plasmadas en sus obras.

Sueño y verdad de Francisco de Goya fue rescatada y publicada en el 2003. Esta obra dramática es un guion dramático-radiofónico en la que, de nuevo, nos encontramos las recreaciones de algunos mitos clásicos. Sin embargo, destaca la lucha del ser humano entre dejar libertad a sus instintos o que la razón actúe sobre ellos. Además, se reflexiona sobre las consecuencias del libre albedrío, a través de los problemas de los exiliados españoles. El protagonista de esta obra es el propio Goya, transformado en leyenda por su gran maestría y su fidelidad a los valores de la Ilustración. A través de este personaje, que representa esos ideales, María Teresa pretende mostrar esperanza ante el futuro. También se publicó su obra Misericordia en 2003.

Otra obra inédita, hasta 2008, fue La historia de mi corazón que destacó por ser un drama cuya modernidad produjo gran interés para el público. Esta obra se escribió en los años 50, diez años antes que Sueño y verdad de Francisco de Goya, que apareció en un volumen que contiene las cartas escritas entre Rafael Alberti y ella.

Por tanto, se puede observar cómo María Teresa León era una mujer que no solo se dedicó a la escritura, sino que también fue fiel en su defensa del bando oprimido. Ella fue polifacética en el ámbito teatral al trabajar como directora, representante, actriz y dramaturga. A pesar de su amor por el teatro, el exilio representó el gran obstáculo para su creación, pero logró que el género teatral se reformase con la intención de enseñar representaciones de gran calidad a través del conocido “teatro de urgencia”.

Bibliografía y webgrafía



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