Carmen Conde tuvo la capacidad de conquistar a lectores de cualquier edad con sus poemas, fueran niños, adolescentes, adultos o ancianos, pero teniendo en cuenta las numerosas obras que escribió pensando en los niños, entendemos que sentía hacia ellos un cariño inmenso. Carmen amaba a los niños y, todo lo que aprendía de ellos durante los años que fue maestra, añadido a sus recuerdos de niñez, lo plasma en sus escritos. Comparte con el lector sus memorias, sus experiencias y nos hace reflexionar sobre nuestra propia niñez, recordándola con nostalgia.
Con Canciones de nana y desvelo consiguió el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 1987, dos años después de su publicación en un libro que recogía también poemas de otros libros de la autora: Brocal, Júbilos, Romancillos y Cancionero de Navidad. Aunque este libro de 1985 fue la publicación oficial de Canciones de nana y desvelo, ya habían aparecido algunos de los poemas a finales de los años 40 en la revista “La Isla de los Ratones” y a mediados de los 40 en la revista “Poesía española”.
Desvelo del mar
La buscaron tres delfines.
Luego vino un pez espada.
Largas sirenas cantaron
en las olas levantadas.
Vencidos por su querencia
los barcos cabeceaban.
Marineros soñolientos
a la niña la llamaban.
El sueño estaba callado
porque su voz la llevaban
todos los pájaros blancos
de las aguas desveladas.
Y las velas de los barcos,
y los faros y las algas,
y los vientos que se tienden
en la arena de las calas…
¡Yo no dejaré que el sueño
se la lleve; y engañada
por todos sus fieles siervos
mi niña duerme arrullada!
Como vemos en este poema, el "yo" poético, que es la madre, expresa el miedo que siente de que se lleven a su niña engañada mientras duerme. Aunque la están llamando, intentará salvarla como pueda.
En las Canciones de nana y desvelo es común encontrar alusiones a la muerte, al miedo de que el niño nunca despierte, al miedo de que su sueño sea profundo e infinito. Por eso Carmen Conde describe en sus composiciones a madres asustadas, que protegen a sus hijos y les vigilan mientras duermen, por si acaso Dios decide llevárselos en sus sueños:
Desvelo ante el agua
Donde se ahogan los niños
hay en el suelo una charca…
Un pozo sin luna dentro,
una hoguera y una espada.
Tengo miedo
de que duermas.
Cuando se duerme una niña
crecen los gritos del agua,
y le ponen sus collares
de suspiros y de lágrimas.
Tengo miedo
de que duermas.
Desvelo de la madre
Vete de mi casa, sueño.
Vete de mi puerta, ¡anda!
No quiero que te desnudes
dentro de mi niña amada.
La tengo siempre despierta.
La tengo bien desvelada.
Nadie te llama aquí, sueño.
Yo no te he pedido nada.
No quiero que te la lleves
por tus aguas de esperanza.
La tengo siempre despierta.
La tengo bien desvelada.
Ya sé cómo cantas tú
dentro de la madrugada.
Y qué jardines ofreces,
y cuáles arroyos labras…
¡Hemos dormido muy juntos
cuando yo mejor soñaba!
Vete de mis brazos, sueño;
déjanos solas y claras.
La quiero tener despierta
por si el Señor la nombrara.
Pero más allá de la temática, encontramos en las composiciones de Carmen Conde un cariño incondicional hacia los niños, a los que trata con extremada delicadeza. Su lenguaje es simple y sencillo, pero intimista y emotivo. Transmite amor, dulzura y ternura a los padres y logra que los niños duerman tranquilos, arropados por sus padres, a pesar de que ella no pudo hacerlo debido a su maternidad fallida (recordemos que su hija murió en el nacimiento).
Bibliografía:
- Moreno Fernández, José, La poesía infantil en sus textos: hacia un canon convergente, tesis doctoral (pp. 65-70). Almería: Universidad de Almería, 2004
- Conde, Carmen, Canciones de nana y desvelo. Valladolid: Editorial Miñón, 1985.
- Conde, Carmen, Antología poética. Madrid: Editorial Espasa-Calpe, 1985.
- Conde, Carmen, Nada más que Caín; introducción de Antonio Morales. Murcia: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, 1995.
- Imágenes extraídas del libro de Carmen Conde Canciones de nana y desvelo. Valladolid: Editorial Miñón, 1985.
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