sábado, 12 de mayo de 2018

CRÍTICA A LA RELIGIÓN Y LA EDUCACIÓN PASIVA EN LA MUJER- ELENA QUIROGA


CRÍTICA A LA RELIGIÓN Y LA EDUCACIÓN PASIVA EN LA MUJER
ELENA QUIROGA
Educación femenina y masculina a través de la narrativa de Elena Quiroga
De Maja Zovko

Hubo una gran proliferación novelística de mujeres durante la posguerra española. Gracias a ello, tenemos la visión femenina de la sociedad del momento. Elena Quiroga es una de las autoras más relevantes en la producción literaria sobre la desigualdad de géneros desde el ámbito familiar a su reflejo en la sociedad. Zovko analiza la visión feminista de Quiroga en temas como la educación religiosa de la mujer, los ‘buenos modales’ transmitidos de generación en generación y la preparación a la vida en matrimonio.
A pesar de que la novelística de Elena Quiroga fue galardonada con premios y traducida a muchos idiomas, actualmente hay mucha diferencia entre la popularidad de otras autoras como Ana María Matute, Carmen Martín Gaite o Carmen Laforet, con la de Quiroga, la cual a penas es conocida hoy. En su momento fue un ejemplo de innovación y creatividad en la psicología de sus personajes.
Zovko, en este estudio se centra en el tema de la educación en la obra de Quiroga. Hay que recordar que se encontraban en la época de posguerra, liderada por el franquismo y donde la educación estaba integrada en valores conservadores. La autora cuestiona las bases de la educación tradicional mediante los estragos psicológicos que dejaba la educación obtenida en los personajes de su obra.
Problemática educativa en la novela femenina de posguerra:
Las novelas de posguerra que mencionaban temas sobre la problemática educativa eran llamadas como Bildungsromane, nombrando valores que debían tener las mujeres como la sumisión, la pureza, la delicadeza, el sacrificio y la entrega a los demás.
En Nada de Carmen Laforet, comenzó un auge de las narraciones femeninas españolas. La trama de las novelas femeninas se suele protagonizar por una “chica rara” así la denominó Martín Gaite, una imagen de mujer distinta a la conservadora, como puede ser Andrea en Nada.
La educación masculina no está definida en las obras, sin embargo, se ve la diferencia entre la situación del hombre respecto de la mujer, en las novelas abundan los personajes femeninos y esbozan los masculinos. Zovko resume la temática de las novelistas en estos ejes en las mujeres: educación pasiva, religiosidad, preparación sentimental, buenos modales y cuidado del aspecto físico, y la preparación para las labores del hogar. Mientras que en los hombres: educación activa, independencia, falta de preparación sentimental, fuerza del carácter y decisión, y la preparación para una profesión. Sobre todo, es Elena Quiroga quien analiza exhaustivamente estas bases educativas y formativas de la España franquista.

LA RELIGIÓN EN LA MUJER

Quiroga tuvo gran productividad durante el primer período franquista, en la que menciona la subordinación de la mujer con respecto al hombre. En la obra de Quiroga, hay gran preocupación por el tradicionalismo y la educación conservadora, ve la religión como un instrumento injusto para la enseñanza. Según la autora, la religión se podría definir como oscuridad, sacrificio o dolor.
En su obra Tristura (1960), una autobiografía intimista en la figura de Tadea, muestra la educación religiosa a base de rezos repetitivos, es decir, ‘la letra con sangre entra’. Esta formación se ve amenazada por el espejo, un objeto peligroso y dañino.
El espejo es un elemento de autodescubrimiento de la personalidad dejando de lado los valores proporcionados por el patriarcado. En La soledad sonora (1948), con protagonista Elisa, se le prohíbe mirarse al espejo, no se le permite desarrollarse libremente, hay una opresión educativa notable. Se enseña una educación a base del miedo como señala Zovko en las palabras de Tristura de Concha a Tadea:
Estas haciendo llorar a la Virgen. No hay hombres del saco ni ladrones ni tonterías.
A nadie le importa lo que piensas. Pudor. No pongas esa cara. A nadie le importa…
Que la abuela no se entere, le sube la tensión, se puede morir. Tu serás responsable
si le pasa algo a tu abuela. Cristo ha muerto por ti. Mírale bien la sangre, las llagas,
la herida del costado, la corona, tú se lo estás haciendo, a cada instante. Para ver a tu
madre, ganar el cielo. (Quiroga 1984: 24)
Quiroga denuncia todos estos métodos educativos que oprimen y promueven el temor. Una educación en la que la mujer esta anulada intelectual y emocionalmente, es decir, no deben opinar, entender ni cuestionar nada de la religión. Según la religión, las personas somos imperfectas y culpables de nuestros actos. En el caso de la educación religiosa masculina, no era tan exigente. Además, Zovko señala que en La sangre (1952), la autora dice estas palabras: “Las mujeres dicen “Dios” elevando los ojos, los hombres lo dicen de frente” (Quiroga 1971: 64). Las mujeres están unidad sí o sí a la religión, mientras que los hombres pueden ser independientes.
Quiroga hace muchas más alusiones a la fe femenina y masculina en su producción novelística, ya que las exigencias sociales de la religión para las mujeres eran muy duras.

EDUCACIÓN PASIVA EN LA MUJER

En la España de posguerra había grandes diferencias en cómo se educaban a los niños y a las niñas. E incluso, la literatura infantil y juvenil transmitía valores sexistas. Por un lado, por ejemplo, Martín Gaite en Usos amorosos de posguerra española añade que en revistas como Chicas se daban consejos de higiene, comportamiento, cocina, hogar, etc. Por otro lado, los niños leían tebeos donde también había una educación opresiva para ellos, con figuras como héroes con superpoderes que trasmitían obligaciones masculinas como la independencia, fuerza o autoridad.
En Escribo tu nombre, la segunda parte de Tristura (1964) mediante el ejemplo del tío Andrés y su hijo Odón, muestra las duras exigencias que los padres daban a sus hijos para ser ‘hombres de provecho’, era una educación sin sentimientos, a base de golpes. Para un padre era una vergüenza tener a un niño ‘blando’ como hijo. Tadea cuenta cómo su tío era más duro con su hijo que con sus dos hijas, y que nunca había visto una muestra de cariño hacia ninguno de los tres.

En La última corrida (1958) muestra las consecuencias de una enseñanza masculina basada en la fuerza, independencia y dureza. Todos los niños se convierten en hombres machistas. Además, la educación femenina dará fruto a mujeres en la sombra, sumisas al hombre. Según los toreros en la obra, los hombres merecen libertad, y pueden cambiar de mujeres. Zovko señala está intervención de uno de ellos: “no le parecían muy hombres los que andaban siempre vuelta a lo mismo, o penando por ellas, o cargando con ellas. Un hombre es otra cosa. Un hombre necesita algo grande y oscuro, más fuerte que él, más libre” (Quiroga 1994: 76). Quiroga critica esto describiendo al torero como un animal en la misma escala que el toro, por su crueldad y dureza. A pesar de todo, ha sido criticada por describir al torero de una manera algo idealizada, según Alborg. 





BIBLIOGRAFÍA
Riddel, M. D. C. (1988). La escritura femenina en la postguerra española: análisis de novelas escogidas de Carmen Martín Gaite, Ana María Matute y Elena Quiroga (Doctoral dissertation, The Ohio State University).
Zovko, M. (2011). Educación femenina y masculina a través de la narrativa de Elena Quiroga. Itinerarios: revista de estudios lingüísticos, literarios, históricos y antropológicos, (12), 223-238.

4 comentarios:

  1. Aunque es una definición un tanto "violenta" o "dura", me parece que la autora transmite muy bien los sentimientos que le produce la religión, pues afirma que es oscuridad, sacrificio y dolor. Lo es, en cierta manera, pues Jesucristo muere para salvar al resto de la humanidad, pero no para esclavizarnos agradeciéndoselo todos los días de nuestras vidas y culpándonos de nuestros actos. Tampoco sabemos qué clase de educación religiosa recibió Quiroga, pero según lo que expones sobre su crítica a la religión, no parece que tenga una posición muy creyente.
    Respecto a la obra "La última corrida", me ha parecido interesante la comparación que hace entre el hombre machista que crea la educación basada en la fuerza con el mundo del toreo. La buscaré para saber qué argumentos la hacen situar al torero y al toro en el mismo nivel de crueldad y dureza.

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    1. La verdad que Quiroga, tal y como dices, aporta una visión cruda, pero real de la época. A pesar de haber recibido una muy buena educación, ya que sus padres eran condes y disponían de los recursos necesarios, Quiroga critica duramente el mundo educativo y religioso.
      ¡Gracias Eva por tu aportación!

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  2. Me ha gustado mucho cómo has planteado tu entrada, Cristina.

    En el apartado de las diferencias entre las novelas femeninas y masculinas, me gustaría añadir que esto también ocurría en los cuentos dirigidos a los niños y a las niñas. Mientras a los niños se les enseñaba valores como la independencia, falta de sentimientos, valentía, etc., a las niñas les enseñaban ya el futuro que les iba a tocar vivir. Les decían que tenían que prepararse para la sumisión a su marido, a no acceder a la educación superior, etc. Mi autora, María Lejárraga, quería romper con estos esquemas patriarcales y por eso escribió su libro 'Cuentos breves', dirigido tanto a niños como a niñas.
    Podemos encontrar un equivalente en las películas Disney. Las películas con princesas tradicionales enseñaban los típicos valores patriarcales, mientras que actualmente están apareciendo princesas fuertes e independientes que no dependen en un hombre. Es lo mismo que quería Lejárraga en su época.

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    1. ¡Muchas gracias Carla!
      La verdad que es muy enriquecedor ver cómo evoluciona la literatura hacia un mundo de igualdad en todas nuestras autoras. María Lejárraga también fue una figura relevante para la literatura española de posguerra y encuentro muy interesante tu aportación.

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