CRÍTICA A LA RELIGIÓN Y LA EDUCACIÓN PASIVA EN LA MUJER
ELENA QUIROGA
Educación femenina y masculina a
través de la narrativa de Elena Quiroga
De
Maja Zovko
Hubo
una gran proliferación novelística de mujeres durante la posguerra española.
Gracias a ello, tenemos la visión femenina de la sociedad del momento. Elena
Quiroga es una de las autoras más relevantes en la producción literaria sobre
la desigualdad de géneros desde el ámbito familiar a su reflejo en la sociedad.
Zovko analiza la visión feminista de Quiroga en temas como la educación
religiosa de la mujer, los ‘buenos modales’ transmitidos de generación en
generación y la preparación a la vida en matrimonio.
A
pesar de que la novelística de Elena Quiroga fue galardonada con premios y traducida
a muchos idiomas, actualmente hay mucha diferencia entre la popularidad de
otras autoras como Ana María Matute, Carmen Martín Gaite o Carmen Laforet, con
la de Quiroga, la cual a penas es conocida hoy. En su momento fue un ejemplo de
innovación y creatividad en la psicología de sus personajes.
Zovko,
en este estudio se centra en el tema de la educación en la obra de Quiroga. Hay
que recordar que se encontraban en la época de posguerra, liderada por el
franquismo y donde la educación estaba integrada en valores conservadores. La
autora cuestiona las bases de la educación tradicional mediante los estragos
psicológicos que dejaba la educación obtenida en los personajes de su obra.
Problemática
educativa en la novela femenina de posguerra:
Las
novelas de posguerra que mencionaban temas sobre la problemática educativa eran
llamadas como Bildungsromane, nombrando
valores que debían tener las mujeres como la sumisión, la pureza, la
delicadeza, el sacrificio y la entrega a los demás.
En
Nada de Carmen Laforet, comenzó un auge
de las narraciones femeninas españolas. La trama de las novelas femeninas se
suele protagonizar por una “chica rara” así la denominó Martín Gaite, una
imagen de mujer distinta a la conservadora, como puede ser Andrea en Nada.
La
educación masculina no está definida en las obras, sin embargo, se ve la diferencia
entre la situación del hombre respecto de la mujer, en las novelas abundan los
personajes femeninos y esbozan los masculinos. Zovko resume la temática de las
novelistas en estos ejes en las mujeres: educación pasiva, religiosidad, preparación
sentimental, buenos modales y cuidado del aspecto físico, y la preparación para
las labores del hogar. Mientras que en los hombres: educación activa,
independencia, falta de preparación sentimental, fuerza del carácter y decisión,
y la preparación para una profesión. Sobre todo, es Elena Quiroga quien analiza
exhaustivamente estas bases educativas y formativas de la España franquista.
LA
RELIGIÓN EN LA MUJER

En
su obra Tristura (1960), una autobiografía
intimista en la figura de Tadea, muestra la educación religiosa a base de rezos
repetitivos, es decir, ‘la letra con sangre entra’. Esta formación se ve amenazada
por el espejo, un objeto peligroso y dañino.
El
espejo es un elemento de autodescubrimiento de la personalidad dejando de lado
los valores proporcionados por el patriarcado. En La soledad sonora (1948), con protagonista Elisa, se le prohíbe mirarse
al espejo, no se le permite desarrollarse libremente, hay una opresión educativa
notable. Se enseña una educación a base del miedo como señala Zovko en las palabras
de Tristura de Concha a Tadea:
Estas haciendo llorar a la Virgen. No hay hombres del saco
ni ladrones ni tonterías.
A nadie le importa lo que piensas. Pudor. No pongas esa
cara. A nadie le importa…
Que la abuela no se entere, le sube la tensión, se puede
morir. Tu serás responsable
si le pasa algo a tu abuela. Cristo ha muerto por ti. Mírale
bien la sangre, las llagas,
la herida del costado, la corona, tú se lo estás haciendo, a
cada instante. Para ver a tu
madre, ganar el cielo. (Quiroga
1984: 24)
Quiroga
denuncia todos estos métodos educativos que oprimen y promueven el temor. Una educación
en la que la mujer esta anulada intelectual y emocionalmente, es decir, no
deben opinar, entender ni cuestionar nada de la religión. Según la religión, las
personas somos imperfectas y culpables de nuestros actos. En el caso de la educación
religiosa masculina, no era tan exigente. Además, Zovko señala que en La sangre (1952), la autora dice estas palabras:
“Las mujeres dicen “Dios” elevando los ojos, los hombres lo dicen de frente”
(Quiroga 1971: 64). Las mujeres están unidad sí o sí a la religión, mientras que
los hombres pueden ser independientes.
Quiroga
hace muchas más alusiones a la fe femenina y masculina en su producción novelística,
ya que las exigencias sociales de la religión para las mujeres eran muy duras.
EDUCACIÓN
PASIVA EN LA MUJER
En
la España de posguerra había grandes diferencias en cómo se educaban a los
niños y a las niñas. E incluso, la literatura infantil y juvenil transmitía
valores sexistas. Por un lado, por ejemplo, Martín Gaite en Usos amorosos de posguerra española añade
que en revistas como Chicas se daban
consejos de higiene, comportamiento, cocina, hogar, etc. Por otro lado, los niños
leían tebeos donde también había una educación opresiva para ellos, con figuras
como héroes con superpoderes que trasmitían obligaciones masculinas como la independencia,
fuerza o autoridad.
En
Escribo tu nombre, la segunda parte
de Tristura (1964) mediante el ejemplo
del tío Andrés y su hijo Odón, muestra las duras exigencias que los padres
daban a sus hijos para ser ‘hombres de provecho’, era una educación sin sentimientos,
a base de golpes. Para un padre era una vergüenza tener a un niño ‘blando’ como
hijo. Tadea cuenta cómo su tío era más duro con su hijo que con sus dos hijas,
y que nunca había visto una muestra de cariño hacia ninguno de los tres.
En
La última corrida (1958) muestra las
consecuencias de una enseñanza masculina basada en la fuerza, independencia y
dureza. Todos los niños se convierten en hombres machistas. Además, la educación
femenina dará fruto a mujeres en la sombra, sumisas al hombre. Según los
toreros en la obra, los hombres merecen libertad, y pueden cambiar de mujeres. Zovko
señala está intervención de uno de ellos: “no le parecían muy hombres los que
andaban siempre vuelta a lo mismo, o penando por ellas, o cargando con ellas.
Un hombre es otra cosa. Un hombre necesita algo grande y oscuro, más fuerte que
él, más libre” (Quiroga 1994: 76). Quiroga critica esto describiendo al torero como
un animal en la misma escala que el toro, por su crueldad y dureza. A pesar de todo, ha sido criticada por describir al torero de una manera algo idealizada, según Alborg.
BIBLIOGRAFÍA
Riddel,
M. D. C. (1988). La escritura femenina en
la postguerra española: análisis de novelas escogidas de Carmen Martín Gaite,
Ana María Matute y Elena Quiroga (Doctoral dissertation, The Ohio State
University).
Zovko,
M. (2011). Educación femenina y masculina a través de la narrativa de Elena
Quiroga. Itinerarios: revista de estudios lingüísticos, literarios, históricos
y antropológicos, (12), 223-238.
Aunque es una definición un tanto "violenta" o "dura", me parece que la autora transmite muy bien los sentimientos que le produce la religión, pues afirma que es oscuridad, sacrificio y dolor. Lo es, en cierta manera, pues Jesucristo muere para salvar al resto de la humanidad, pero no para esclavizarnos agradeciéndoselo todos los días de nuestras vidas y culpándonos de nuestros actos. Tampoco sabemos qué clase de educación religiosa recibió Quiroga, pero según lo que expones sobre su crítica a la religión, no parece que tenga una posición muy creyente.
ResponderEliminarRespecto a la obra "La última corrida", me ha parecido interesante la comparación que hace entre el hombre machista que crea la educación basada en la fuerza con el mundo del toreo. La buscaré para saber qué argumentos la hacen situar al torero y al toro en el mismo nivel de crueldad y dureza.
La verdad que Quiroga, tal y como dices, aporta una visión cruda, pero real de la época. A pesar de haber recibido una muy buena educación, ya que sus padres eran condes y disponían de los recursos necesarios, Quiroga critica duramente el mundo educativo y religioso.
Eliminar¡Gracias Eva por tu aportación!
Me ha gustado mucho cómo has planteado tu entrada, Cristina.
ResponderEliminarEn el apartado de las diferencias entre las novelas femeninas y masculinas, me gustaría añadir que esto también ocurría en los cuentos dirigidos a los niños y a las niñas. Mientras a los niños se les enseñaba valores como la independencia, falta de sentimientos, valentía, etc., a las niñas les enseñaban ya el futuro que les iba a tocar vivir. Les decían que tenían que prepararse para la sumisión a su marido, a no acceder a la educación superior, etc. Mi autora, María Lejárraga, quería romper con estos esquemas patriarcales y por eso escribió su libro 'Cuentos breves', dirigido tanto a niños como a niñas.
Podemos encontrar un equivalente en las películas Disney. Las películas con princesas tradicionales enseñaban los típicos valores patriarcales, mientras que actualmente están apareciendo princesas fuertes e independientes que no dependen en un hombre. Es lo mismo que quería Lejárraga en su época.
¡Muchas gracias Carla!
EliminarLa verdad que es muy enriquecedor ver cómo evoluciona la literatura hacia un mundo de igualdad en todas nuestras autoras. María Lejárraga también fue una figura relevante para la literatura española de posguerra y encuentro muy interesante tu aportación.